Primer Capitulo de Allegiant
Capitulo uno
Tris
Paso a nuestra celda en la sede de Erudición, sus palabras haciendo eco en mi mente: Mi nombre será Edith Prior, y hay mucho de lo que soy feliz de olvidar.
—¿Entonces nunca la habías visto antes? ¿Ni siquiera una fotografía? —dice Christina, con su pierna herida levantada sobre una almohada. Le dispararon durante el desesperado atentado para revelar el video de Edith Prior para nuestra ciudad. Para cuando no teníamos idea de lo que diría, o que trataría de la fundación de lo que somos ahora, las facciones, nuestras identidades.
— ¿Es una abuela o una tía o algo así?
—Ya te lo dije, no. — digo, volteándome cuando alcanzo la pared. — Prior es-era-el nombre de mi padre, así que debió de haber sido por parte de su familia. Pero Edith es un nombre de Abnegación, y la familia de mi padre relativamente debe ser de Erudición, así que…
—Así que debe ser más antigua. — dice Cara, descansando su cuerpo contra la pared. Desde este ángulo se ve igual que su hermano, Will, mi amigo, al cual le dispare. Luego se endereza, y el fantasma de Will se ha ido.
—algunas generaciones atrás. Un ancestro. —Ancestro. – la palabra se siente vieja dentro de mí, como un ladrillo desmoronándose. Toco una de las paredes de la celda mientras me doy la vuelta. El panel es blanco y frio. Mi ancestro, y esta es la herencia que me ha dejado: libertad de las facciones, y el conocimiento de que mi Divergencia es más importante de lo que nunca supe. Mi existencia es una señal de que necesitamos dejar la ciudad y ofrecer ayuda a quien quiera que estuviera afuera.
—Quiero saber. — dice Cara, corriendo sus manos por su cara. — Necesito saber por cuanto tiempo hemos estado aquí. ¿Podrías dejar de hacer eso por un momento?
Me detengo en medio de la ceda, volteo y le alzo las cejas.
—Perdona — murmura.
—Está bien —dice Christina —Hemos estado aquí muchísimo tiempo.
Han pasado días desde que Evelyn ha dominado el caos en el recibidor de la sede de Erudición con unas pocas y rápidas órdenes y tuvo a todos los prisioneros como rehenes en celdas en el tercer piso. Una mujer abandonada vino y curo nuestras heridas y distribuyo antibióticos, y nos hemos bañado y hemos estado comiendo varias veces, pero nadie nos ha dicho que está pasando afuera. No importa con que rudeza lo pregunte.
—Pensé que Tobias ya habría venido para ahora— digo, tumbándome en el borde de mi catre— ¿En dónde está?
—A lo mejor aún está enojado porque le mentiste y fuiste a trabajar con su padre a sus espaldas — dice Cara.
La volteo a ver.
—Cuatro no puede ser así de mezquino— dice Christina, para castigar a Cara o para tranquilizarme, no estoy segura.
—Probablemente algo está pasando que lo mantiene alejado. Él te pidió que confiaras en él.
En el caos, cuando todos estaban gritando y los abandonados estaban intentando empujarnos hacia las escaleras, enrolle mis dedos en el borde de su playera para así no perderlo. Tomo mis muñecas y después me alejo con él, esas fueron las palabras que me había dicho. Confía en mí. Ve a donde ellos te digan.
—Eso intento—digo, y es la verdad.
Estoy intentando confiar en él. Pero cada parte de mí, cada fibra y nervios, está esperando la libertad, no solo de la celda sino también de la prisión que es la ciudad.
Traducido por Divergente Colombia
0 comentarios: